‘The White Lotus’ y lo que se pierde con el doblaje
Por muy buenos que sean nuestros profesionales, ni la peor serie es mejor doblada, y en una tan exquisita como la antología de Mike White resulta aún más sangrante. Quien haya visto ‘The White Lotus’ doblada, no ha visto ‘The White Lotus’


Cuando Woody Allen contrató a Parker Posey por primera vez, dijo que siempre había querido trabajar con ella porque le encantaba cómo sonaba su nombre y quería ir por ahí gritando: “¿Dónde está Parker Posey?”. Hoy la respuesta a dónde está Parker Posey es sencilla: en todas partes. Al menos en las virtuales. Desde el inicio de la tercera temporada de The White Lotus, se multiplican en TikTok, Instagram y Twitter (si todavía le llamo Birmania a Myanmar, no voy a empezar a decir X tan pronto) vídeos de su personaje hablando con su exagerado acento de pija sureña.
Los acentos en la ficción sirven como GPS geográfico y social y requieren un esfuerzo adicional para los intérpretes. Parker habla como una rica hastiada y colgada del sur de Estados Unidos. Alarga las vocales, silabea disparatadamente, pronuncia como sólo se lo puede permitir alguien a quien se la sopla todo porque duerme sobre un colchón de billetes. Victoria Ratliff es una Nati Abascal de Carolina del Norte. Para lograrlo, Parker, que es norteña, de Baltimore, ha hecho una labor que la versión doblada elimina. Los matices desaparecen, no porque el desempeño de Olga Cano, la actriz que la dobla, no sea exquisito. No hace falta que insista en que tenemos estupendos actores de doblaje, ni en que no puede compararse el tiempo de ambas para preparar el papel, ni tampoco el cheque que reciben. Pero cuando Victoria habla en la versión doblada, escucho a la Claire de Modern Family, a la Bree de Mujeres desesperadas, a Ally McBeal, incluso a Leela en Futurama, porque siempre que hay que representar a una mujer con personalidad, ahí está la voz de Cano. No escucho a la original matriarca de los Ratliff que concibieron Posey y Mike White.
No es la única peculiaridad que se resiente; también se pierden el acento británico de la revelación Aimee Lou Wood y la peculiar dicción que le aportan esos paletos en extinción. Chelsea es inglesa, de Manchester, y eso aporta un contexto a su personaje, una capa más; pero en la voz, maravillosa, de Sara Heras, ese detalle desaparece. No es casualidad que Victoria y Chelsea sean las favoritas de esta temporada, al menos entre quienes han optado por la versión original, con o sin subtítulos.
Ni la peor serie es mejor doblada y en una tan exquisita como la antología de Mike White resulta aún más sangrante. Quien haya visto The White Lotus doblada, no ha visto The White Lotus.
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