8M

Mujeres rurales emprendedoras de Extremadura: "Tengo más negocios que horas tiene el día"

La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) regional nació en el año 2006 con el objetivo de defender los derechos de todas las que viven en los pueblos y que se enfrentan a dos desafíos: las dificultades que implica el mundo rural y el propio hecho de ser mujer. Aun así, son muchas las que rompen barreras y optan por el camino del emprendimiento

Virgina Muñoz, a la izquierda, y Alba Santiago, a la derecha.

Virgina Muñoz, a la izquierda, y Alba Santiago, a la derecha. / El Periódico

Cáceres

Impartir talleres de igualdad o participar en las marchas por el 8M. Esas son algunas de las actuaciones que la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) de Extremadura planifica por el Día de la Mujer. Sin embargo, su labor va mucho más allá, porque, como dice su representante, Leticia Gallego "para nosotras, todos los días es 8M". 

Nacimiento de Fademur

Fue en el año 2006 cuando nació la organización, "por la necesidad de representar y defender los derechos y el trabajo de las mujeres rurales", explica Gallego. Desde entonces, no ha dejado de crecer - ya son 5.000 las mujeres asociadas-, y su campo de actuación es, cada vez, más amplio. 

Pero hay que empezar por el principio. Las dificultades a las que se enfrentan las mujeres de los pueblos llegan desde dos vertientes. "Por un lado, por ser mujeres. Por otro, por vivir en el medio rural", apunta la representante de Fademur en Extremadura. 

Las dificultades del mundo rural

La falta de infraestructuras, de opciones de transporte, los problemas de conexión a Internet o la escasez de servicios médicos o guarderías van, en muchas ocasiones, implícitos a los núcleos de población más pequeños. 

"Cuando no hay donde dejar a los hijos, quienes renuncian al trabajo son, en el 90% de los casos, ellas", afirma Gallego. 

Y aquí llega el segundo de los desafíos: la desigualdad, que se expande a todos los ámbitos. Desde la recaída habitual de los cuidados de niños o mayores sobre las mujeres, y por la que, desde Fademur, piden medidas para facilitar la conciliación, hasta la lacra de la violencia de género; enfrentarse a ella es más complicado, si cabe, en el mundo rural. "¿Dónde acude una mujer a pedir ayuda?", se pregunta la experta. 

Puntos para atender a las víctimas de violencia de género

Por eso, desde la federación disponen de algunos espacios declarados seguros contra la violencia de género, que son todas las oficinas de UPA repartidas por Extremadura, donde pueden acudir las víctimas. Además, tienen un convenio con la Guardia Civil y ofrecen cursos de sensibilización para que los ayuntamientos sepan cómo actuar en caso de que una mujer lo necesite. 

La entrada de las mujeres emprendedoras en sectores tradicionalmente masculinizados, como la ganadería o la agricultura -además de la llegada de trabajadoras por cuenta ajena a espacios de poder o la brecha salarial- puede ser conflictivo. "Vas a una explotación agraria y siempre esperas encontrarte a un hombre. Eso debería cambiar", dice Gallego, que señala el refuerzo de la ley de titularidad compartida como uno de los aspectos a mejorar. 

Para finalizar, la experta recuerda los cursos formativos, en diversos ámbitos, que imparten desde Fademur para ayudar a las asociadas a incorporarse al mundo del emprendimiento. Porque, y aunque suene casi anacrónico, "las mujeres estamos igual de capacitadas para desarrollar las labores que ellos", concluye Gallego.

Virginia Muñoz Martín

En este sentido, y por si alguien tenía alguna duda de la capacidad que puede tener una mujer para emprender, Virginia Muñoz Martín regenta, ni más ni menos, que tres negocios.

Fue en Irlanda del Norte donde esta chica de 38 años empezó con sus cursos de fotografía que, tras su regreso a España a raíz de la pandemia, derivaron en clases de fotografía para emprendedoras de producto. 

Un negocio de artesanía en cuero

Sin embargo, a su vuelta, su hermana había empezado un negocio de artesanía en cuero, al que Virginia no dudó en unirse. Un emprendimiento con el que se mueven por mercados de España y que venden en su tienda online lasgalliciolas.com. Algunos clientes acuden, directamente, al taller que las hermanas tienen en la cacereña Virgen de Guadalupe, en el número 20. 

No contenta con dos empresas, Virginia alquila una casa rural en Pasarón de la Vera, de donde es originaria. "Tengo más negocios que horas tiene el día", bromea. Eso sí, la extremeña reconoce que ser emprendedora no es fácil: "Empiezas con muchas ganas, pero hasta que los proyectos funcionan requieren de mucho tiempo y esfuerzo". 

La falta de confianza

Además, se refiere a algunos de los desafíos a los que se ha enfrentado por ser una mujer joven. "En los mercados a los que voy con la artesanía, mucha gente no se cree que lo que vendo lo hago yo", confiesa. "La reacción de la gente, muchas veces, es de pensar que alguien me mantiene y que, por eso, puedo dedicarme a mi negocio", añade.

Unas dificultades que, en otros términos, se acrecientan en las mujeres que tienen hijos, por los problemas para conciliar. "Vamos a ferias donde se trabaja 10 horas al día, de lunes a lunes. Si tienes niños, pero no a alguien con quien dejarlos durante ese periodo, no puedes acudir", recuerda la emprendedora, en nombre de sus compañeras. 

En cualquier caso, Virginia ha logrado gestionar con éxito sus negocios de los que, por su había dudas, lleva viviendo mucho tiempo. Una actividad con la que contribuye, simplemente por inercia, a romper barreras, a avanzar hacia la igualdad.

Alba María Santiago Madera

Alba María Santiago Madera tiene 35 años y son varios los puntos de unión que guarda con Virginia. El primero es que las dos son extremeñas. El segundo, bastante más acotado, que ambas forman parte de Fademur. Por último, que estas dos mujeres tienen tres negocios cada una. 

El negocio de los quesos

Originaria de Santa Marta de los Barros, esta chica de 35 años ha conseguido hacer de los quesos su ‘emporio’. Empezó con su padre en la ganadería, con las cabras. Más tarde, se unió a su madre en su quesería, (queseriasantiagomadera.com). Dos negocios que, desde hace tiempo, controla ella en su totalidad y a los que se suma una tienda bar, también en la localidad pacense, que ha cumplido tres años recientemente y que "funciona muy bien". 

Ha encontrado la manera de quedarse en su pueblo

Alba no se quería ir de su pueblo y ha encontrado la manera de lograrlo, labrándose su propio camino. Una trayectoria en la que, reconoce, "he preferido rodearme de mujeres". Tanto es así que todas las empleadas de sus tres negocios lo son. 

Ella no ha recibido discriminación por el hecho de ser mujer en su ámbito laboral, aunque, eso sí, reconoce haber tenido que aguantar algún comentario fuera de tono desde que regenta la tienda bar. 

No ha tenido las experiencias de Virgina cuando ha acudido a las ferias con sus quesos y considera que "los demás, cuando me han visto sola, han tratado de ayudarme".

"Hemos avanzado algo, pero aún queda mucho"

No obstante, sabe de otras compañeras que no pueden decir lo mismo. Más aún, la extremeña habla de la desigualdad general que viven las mujeres y que va más allá del mundo laboral. "Hemos avanzado algo, pero aún queda mucho", dicta sobre esto la extremeña, que recuerda experiencias personales, como la ejecución de las tareas domésticas, en las que sí ha sentido el peso del machismo sobre sus hombros. 

En este sentido, cabe recordar que la consecución de los derechos y, sobre todo, su puesta en práctica, ha de darse en todos los entornos de la vida, más allá del emprendimiento, y como uno de los logros a los que deben aspirar las sociedades modernas. 

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