Pura clase media

La clase media rezuma moderación, tolerancia, individualismo, educación a la antigua y un punto de orgullo castizo. La clase media desayuna madrugones para levantar la persiana que canaliza su jornal. La clase media luce laboriosa, se ducha cada mañana, quiere trabajar en paz, veranear en la playa o la montaña y que los niños estudien una carrera de provecho. La clase media sólo pretende vivir y dejar vivir, en definitiva, prosperar hacia una jubilación digna sin necesidad de viajes limosneros donde, en cuanto te descuidas, te obligan a bailar 'Los Pajaritos'. Pero, sobre todo, lo que más anhela la clase media es que no le toquen a traición las narices, los huevos, la honra. La clase media segrega una paciencia infinita, y aguanta una barbaridad, sí. Hasta que revienta. Y el pasado domingo explotó en toda España porque esto no se resiste y nuestra capacidad para soportar humillaciones tiene un límite. Incluso un tipo como yo, cargado de escepticismo, blindado de pereza dominguera, acudió a la manifestación. Rompí el tradicional encierro dominical porque entiendo la importancia del momento. Y no vi nostálgicos del franquismo, ni cafres embozados, ni energúmenos de grito histérico. Encontré amigos, padres de amigos, conocidos, gente de todas las edades y, desde luego, decenas miles de personas que representan a la sufrida, honrada y pura clase media que lubrica las entrañas de un país.