Isabel Rojas Estapé explica qué son los 'pensamientos anclas' que ayudan a los niños a estar más serenos
El tercer cuento de la colección 'La neurona exploradora' enseña a los niños a gestionar las rabietas y la frustración para prevenir la desmotivación adolescente
Isabel Rojas Estapé explica el error de bulto que cometen los padres cuando ven a un hijo triste

Entenderse más para quererse mejor. Y si es desde pequeñitos, mejor que mejor. Ese es el objetivo de los cuentos de la colección 'La neurona exploradora', escritos por la psicóloga Isabel Rojas Estapé, especialista en terapia de las emociones, enfocada ahora en ... niños y adolescentes.
Así, tras abordar la alegría y la tristeza, llega el momento de explicar la rabia a los menores. Porque en esta tercera obra Rojas Estapé se detiene en lo que pasa en el cerebro de los niños cuando estos se enfadan, y cómo volver a la calma con paciencia y esfuerzo.
En sus páginas encontramos consejos y herramientas prácticas para mejorar las rabietas desde el «amor y también el humor», señala, como elementos clave en la regulación de las emociones de nuestros hijos.
Leer un cuento a un hijo es un regalo, una oportunidad para acercarte a su mundo interior.
El ratito del cuento padre o madre e hijos es uno de los momentos más entrañables que se pueden generar en una familia de forma fácil, rápida y no extraordinaria. Quiero decir con esto que no tienes que ir a un parque de atracciones. Es una cosa del día a día, al alcance de todo el mundo. Lo he confirmado en consulta, cuando pregunto, y me dicen: «Mi mejor momento es el rato de la noche, cuando papá o mamá me cuentan un cuento». Eso me enternece… Mi padre, desde que éramos muy pequeñas, nos contaba cuentos. Era el mejor momento del día, había ataques de cosquillas… Se genera un ambiente de muchísima confianza, cercanía… Que luego con el tiempo, si tú le preguntas a tu hijo, lo tiene muy guardado.
Este tipo de libros, con tanto contenido de psicología detrás, ¿no van más dirigidos a los padres?
Bueno, a veces vienen madres a mi consulta que son psicólogas (ríe). Se han leído todo lo de mi padre, todo lo que tal o cual experto… y pienso: ¡qué estudiosas del tema! Es verdad que a día de hoy hay un boom de Psicología, porque veníamos de estar en pañales. A mi en el colegio me decían: «Tu padre se dedica a los locos». Todo esto, por fortuna, se ha desmitificado.
En parte, gracias a este tipo de libros. Una de las cosas que la gente me ha ido diciendo es que con estos cuentos se genera una conversación con los menores, incluso desde que estos tienen 5 años: «jo, papá, pero tú me has gritado». Como que, sin quererlo, empiezan a salir temas. Los niños llevan los cuentos a su propia vida y es muy interesante porque el propio niño empieza a verbalizar lo que necesita, lo que le ha pasado, lo que siente… Es una forma natural de normalizar las emociones…
La idea de estos cuentos es siempre la misma, como la protagonista, una niña de cuatro o cinco años, tiene su neurona con la que intenta gestionar sus emociones. Entre las dos como si fueran mejores amigas intentan solucionar y gestionar lo que les está pasando y cómo reconducirlo.
En esta ocasión, toca la rabia.
Para aprender a gestionar la rabieta, hay que llevar lo que le pasa al menor a la ironía, al extremo, a la diversión, al absurdo… Por ejemplo. Para desbloquear al niño no se quiere tomar el brócoli, podemos decir: 'pobres, los arbolitos verdes, que quieren estar en la tripa con el pollo'... Hay que decir algo medio gracioso y tierno para que el pequeño pueda aceptarlo en su psicología. No es una técnica infalible, no basta solo con un 'respira profundo'. Tienes que tener cierta creatividad para poder sacar a tu hijo de ese momento malo.
¿A partir de qué edad estaría recomendado?
Mi hija de 6 años los lee sola y le encantan. Pueden funcionar a partir de los cuatro o cinco años. Antes se lo tienes que leer a tu hijo, algo muy bueno porque, como digo, se genera ese momento muy íntimo entre padres e hijos. Pero quería que el cuento fuese lo suficientemente largo como para ayudar también a un niño de 12 años. Me consta que a los preadolescentes les está gustando mucho también. Abarca muchas etapas, todas las edades.
Porque, tener rabia e ira es normal en la infancia cuando no conseguimos lo que queremos pero… ¿Cuando deja de ser 'normal' el no poder controlar estas emociones?
El tema es que la rabia es la base de la tolerancia a la frustración. Es muy importante esta emoción porque es la base para luego aprender a tolerar la frustración y vivimos en un mundo donde nos cuesta mucho tolerar la frustración y aceptar como micro frustraciones. En esta sociedad nos hemos convertido en intolerantes al dolor…. Ya hay dolor si mi madre 'no me deja jugar al parchís', o 'no me deja utilizar el móvil', o que 'mi jefe me ponga mala cara'. Estamos en un mundo donde cada vez nos cuesta más tolerar esos micro dolores.
Esto se debería aprender en casa.
Claramente, hay que aprenderlo en casa. Si no tolero esos micro dolores me convierto en una persona adicta al placer y a que se haga todo lo que yo quiero. De hecho, en esta sociedad, las personas hoy creemos que somos merecedoras de todo: 'Me merezco este viaje', 'hacer esto y lo otro'... Y cuando no lo tenemos, nos frustramos y nos enrabietamos. Para no tener esta generación de insatisfechos constantes, es necesario enseñar a nuestros hijos a aceptar el 'No'. A que no es posible hacer todo lo que uno quiere, a aceptar que se hacen cosas distintas a las que yo había pensado.
Y, además, de forma sana. Porque si no, cuando sean mayores, aparecerán las rigideces, el perfeccionismo, la rigidez, las manías, esa necesidad de control tan grande que hay a día de hoy. Por eso es tan importante que desde pequeños enseñemos a nuestros hijos a tolerar la frustración.
¿Cuáles son esas frases que ayudan a los niños a estar tranquilos ante esa explosión?
Lo llamo los 'pensamientos anclas' que ayudan a que estén más serenos. Depende del tema del que estamos hablando. Si es, 'no puedo hacer lo que yo quiero' habría que cambiarlo por 'es bueno que esto lo haga porque el brócoli me va a venir bien'. Son pensamientos que ayudan al niño a interiorizar que hacer determinada cosa es bueno para él. Activan su corteza prefrontal y su capacidad de razonamiento. Le ayudan a entender que no puede tener lo que uno quiere, aunque le parezca injusto. Cuando les pasa a mis hijas, intento explicarles que 'es bueno no tener todo lo que uno quiere, porque si no nos volvemos mimadas, caprichosas'. Les cuesta aceptarlo, pero no somos merecedores de todo. Tengamos en cuenta que por cada niño puede haber muchos familiares a su alrededor cubriendo todas sus necesidades. Hay que posponer la recompensa, que es la base para que toleren de mayores todas sus frustraciones.
¿Qué técnicas recomiendas para volver a la calma cuando nos enfadamos?
La clave está en redireccionar la atención. Porque en el momento en que el niño está frustrado, que solo ve ese juguete, o que quiere jugar a determinada cosa cuando no se puede, hay que enseñarle que, además, existen otras cosas, hay alternativas, otro mundo. Cuando los pequeños se dan cuenta, puedes ver su cara cómo de repente se desbloquean. El contacto físico también funciona con un niño que está en plena rabieta. Lo que un padre tiene que hacer es ponerse más o menos a su altura, mirarlo, cogerlo y tocarlo con afecto. Tocarle la cara, las manitas, darle un abrazo, decirle que te quiero, que esté tranquilo… durante diez segundos.
Después, le miras a la cara, y diriges tu atención a lo que haya pasado. Imagínate que, como en el cuento, no se quería comer el brócoli. Hay que decirle: «Mira fulanito, ¿ves este brócoli? Lo que quiere es estar con el pollo en la tripilla». Así se desbloquea el niño, se le baja la intensidad, y puede ver el brócoli, y el pollo en su justo tamaño. Ya puedes empezar a jugar, y llevarlo al absurdo. «Qué contentos van a estar el brócoli y el pollo bailando juntos en la tripa». Desde ahí, ya se puede razonar con el menor y añadir lo bien que le va a venir para estar fuerte.
MÁS INFORMACIÓN
- Adolescente y ansiedad: cuáles son los síntomas del mal del siglo XXI y cómo atajarlos
- «En la alta capacidad es más frecuente el bajo rendimiento escolar que el éxito»
- Nadar o caminar para aprender palabras: el ejercicio como terapia para mejorar habilidades lingüísticas
- «Cuando mi hija enferma me dijo 'qué chulo es que me puedas cuidar', supe lo importante que es conciliar»
- Cómo afecta a un adolescente hacer 'scroll' continuamente en redes sociales
- Lo que dice la ciencia de gritar a los hijos: estos son los efectos en su cerebro
¿Cuáles son esos síntomas de somatización a los que los padres deben estar atentos?
El principal síntoma de somatización es el dolor de tripa. Por el hecho de que el estómago es el órgano por antonomasia donde se somatizan la mayoría de nuestras emociones. Cuando el niño deja de comer o dice que le duele la tripa… los padres tenemos que ser muy finos a la hora de detectar y diferenciar cómo responde el cuerpo de los hijos y si algo le ha sentado mal o está somatizando y expresando una emoción.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete